lunes, 25 de mayo de 2015

La moto de Juan Bimba Express








Cada redacción de periódico tiene algún proveedor de cómida rápida para aliviar la carga de trabajo. Desde la vieja parroquia caraqueña de La Pastora, la tradicional pizzería Juan Bimba Express se convirtió durante los últimos tiempos prósperos, en el principal surtidor de pizzas, hamburguesas y pollos fritos de quienes trabajábamos en la Cadena Capriles cuando su sede era la Torre La Prensa, al lado del Panteón Nacional.

    A lo largo del día, decenas de periodistas y oficinistas del grupo editorial sacaban de sus gavetas algún volante de Juan Bimba. Porque de eso se aseguraba el motorizado que llegaba con su vehículo, bien acondicionado para llevar en el compartimiento trasero las solicitudes, que siempre incluían el refresco en lata o su versión plástica de dos litros. Con la entrega, siempre estaba el volante con los teléfonos que con el tiempo lo aprendimos de memoria.

     Me tocó en algunas ocasiones responder preguntas como: 
- Hoy es martes, Leonardo ¿Cuál es la promoción?
     Y yo mismo, cual gerente de mercadeo del establecimiento (perdonen si estas líneas lo parecen) respondía con autoridad:
- Treinta por ciento de descuento en la pizza familiar hasta tres sabores.
- ¿Te anotas con nosotros?
- Seguro que sí...

   Así entre cuatro o cinco nos zampábamos la familiar a un precio más económico que las de grandes cadenas del ramo.

Pizzas para Hugo Chávez


Una razón más por las cuales realicé bastantes pedidos desde la oficina, fue por el nombre de mi jefe en Deportes, ahora director del Diario Líder. En efecto, Hugo Chávez (pero el segundo nombre de este es René) me llamaba discretamente para que yo sirviera de intermediario con el local, aunque siempre con mi nombre. Así que un día le consulté sobre la razón.

- Es que cada vez que llamo, empiezan a vacilarme desde el teléfono con:
“A la orden mi comandante, la ‘Misión Pizza’ va para allá”.
“Se la llevamos ahora meesssmo”.
“¿En serio que usted es Hugo Chávez? No puedo creerlo”. Y el controlador de pedidos desde el teléfono preguntaba a sus compañeros: "Adivinen ¿Quién nos encargó una pizza?"

   Cansado de esta guasa relacionada con el fallecido presidente de Venezuela, que le hacía perder tiempo y crecer el apetito, acudía al comodín de un amigo.

    Cosas  propias de alguien con el mismo nombre de este carismático personaje, digna de otras anécdotas.

     Otro compañero, como Luis Villapol, el editor nocturno de Últimas Noticias, era especialista en las hamburguesas. Se conocía de memorias las recetas, similares a las de los carritos legendarios de la Plaza Venezuela, Altamira y La Castellana así como la Calle del Hambre en La Trinidad.

     Por unos meses en 2010 Juan Bimba Express se atrevió a vender una con filet de pescado, pero no duró mucho tiempo por falta de apoyo. Lástima. Era mi barranco favorito.

   Como verán, nada de esto contribuyó a la salud. Cualquier nutricionista calificaría como atentado al sistema digestivo el pedido, especialmente las hamburguesas y pollos fritos, que venían acompañados de las vituperadas papas bañadas en aceite hirviendo. Por cierto éstas tenían un sabor casero muy agradable.

     ¿Y el refresco? Bastante información hay sobre lo dañino que resulta para el organismo. Pero que sabroso es beberse una gaseosa a las tres de la tarde. Una vez a los periodistas hípicos Iván Roa y Jesús Alirio Seijas junto a mi persona, nos dieron un envase de TRRREEEEEES LITROS.

     Le brindamos a todos en la redacción. Y esa botella no bajaba. Cuando se terminó, decidimos descansar un tiempo.

Al por mayor


Los fines de semana, esas motos iban y venían de la sede en La Pastora hasta la Torre La Prensa. Y de vuelta a la sede para regresar con más pedidos porque las guardias, las que nos alejan de las familias, y los descansos, tenían que ser compensadas con estos bien sabrosos  actos gastronómicos.

    Tenían sus "horas pico“. Cual tráfico vehicular de una megalópolis, un domingo a las dos de la tarde se complicaba establecer comunicación con alguno de los cuatro teléfonos del establecimiento, que sonaban ocupados. Es que era la tradición de pedir comida fuera de casa no solo es de los hogares. También se hace en los periódicos. Aunque esta no es la mejor época porque la inflación azota al bolsillo del venezolano.

   Cuando la Cadena Capriles se mudó en 2012 a La Urbina, la pizzería extrañó el caudal de facturación que provenía de la Torre La Prensa, la cual se ha ido llenando de a poquito con sus nuevos usuarios. Aún les queda El Universal, pero esta se sitúa más lejos y en la Avenida Urdaneta hay varias opciones donde adquirir comida fuera de casa.

    Años después supe de su desaparición. Sin ruido, como muchos otros locales que despiertan nostalgia, una pizzería, que también se dignaba a vender recetas de hamburguesas y pollo frito no pudo con los embates del tiempo y la economía empobrecida del país.





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