martes, 18 de junio de 2019

23. Un rayo de viernes en la noche: Muhammad Ali




El Más Grande




La noche del viernes 3 de junio de 2016 transcurrió sin mayores novedades en la redacción de Últimas Noticias. Ya habían terminado los juegos de Grandes Ligas y todo el escenario se preparaba para cerrar la redacción e irnos a casa.

        A eso de las 10 de la noche llegó un cable de agencia señalando que el exboxeador Muhammad Ali estaba hospitalizado. Al principio, pareció ser otra visita al hospital que estaba teniendo aquella figura pública que trascendió el deporte en la década de los 70 del siglo pasado.

         Pero fueron llegando más informaciones sobre la gravedad de Ali, y se encendieron las alarmas en la redacción, hecho corroborado por el editor nocturno del diario entonces, Luis Villapol, quien se acercó a mi puesto poco después de la medianoche:

- Leonardo ¿Supiste que se murió Muhammad Ali?

          Inmediatamente pensé en cambiar la última página del diario, tal y como encabeza esta nota. Y de una elaborar una nota en páginas interiores en cualquier espacio.

         Era un niño cuando supe por primera vez de Muhammad Ali. Una de las primeras impresiones fue cuando destronó a George Foreman en 1974 y me molestó porque estaba apoyando al entonces campeón, un hombre serio, dedicado y fuerte que iba a callar la boca de un hablador a quien todos seguían. Desde entonces, y hasta que fue perdiendo ante la pérdida de facultades físicas, dediqué mis energía a desear sus derrotas. Esto se cumplió solo al final de su carrera, en la que perdió tres de sus últimos cuatro combates.

      Pero el tiempo también le permite a cualquiera crecer. Y comencé a apreciar otros hechos relacionados con Ali fuera del boxeo. Su negativa a enlistarse para combatir en Vietnam bajo sus principios. Incluso algunas de sus genialidades verbales pasaron a formar parte de ejemplos a seguir. "Yo no soy supersticioso porque eso trae mala suerte" fue una de mis favoritas.

       Y finalmente su aporte al boxeo. Fue una figura emblemática del siglo pasado, el imán de taquilla que generó las peleas transmitidas a todo el mundo vía satélite. Muchas veces cuando leo sobre las grandes cantidades de dinero que genera "Canelo" Álvarez no puedo dejar de pensar en Ali, en cuanto al sentido del espectáculo.



      Regresando a la nota, recuerdo prepararla para Últimas Noticias y a la orden de Líder en Deportes. A Carlos Cedeño, el encargado del diario deportivo del grupo, le dije que estaba el texto a la orden si necesitaba algo al respecto.

          Carlos consultó con sus jefes y me retransmitió la instrucción: Solo quieren algo pequeño y que espere el cable de la agencia.

        Soy zurdo para quienes no lo saben. Y muchos de nuestra condición sentimos que estamos desenfocados respecto al mundo como es. Por eso siempre pensé que si hubiera decidido esperar el cable de la agencia entonces la instrucción sería: Hazte una nota grande. Tú tienes los conocimientos para escribir sobre Ali.

          Durante los días siguientes ambos periódicos dedicaron un buen espacio para resaltar los logros de Ali "El Más Grande".






martes, 8 de enero de 2019

Joseíto




José Visconti: un personaje inolvidable


El periodismo deportivo y el país lamentaron el fallecimiento de este insigne hombre de medios, profesor universitario y sin dudas un ser que mezcló con el mayor y mejor tino alegría, entusiasmo y respeto por la profesión, así como de valores ciudadanos.

Desde su fe católica, su devoción por Leones del Caracas y las frases que lo identificaron con el gran público como "mis deportivísimos amigos" y "a sacarla de jonrón" entre muchas otras referencias, Visconti llegó a la redacción de Meridiano a inicios de 1997.

Imagínense la oficina donde el que no lo conocía personalmente sí sabía de quién se trataba. Era imposible para esa época ignorar quién era él. En la redacción había la sensación que tiene un equipo de beisbol cuando llega el cotizado agente libre al dogout por primera vez.

Sin divismo, con su sencillez característica se ganó el aprecio de todos como hizo toda su vida en las distintas redacciones y plantas televisivas donde pasó. Las reacciones en las redes sociales y los distintos medios de difusión por su despedida dan prueba de ello en estos días. A pesar de su trayectoria iniciada a principios de la década de los 70 del siglo pasado, fue lo más fácil del mundo tratar con él. Era una autenticidad. El mismo hombre que veíamos en la pantalla era el que saludaba en la calle a la gente que lo reconocía y celebraba sus frases.
     
En mi caso como redactor nocturno compartía con él la última etapa de su horario regular, que era la inicial de la mía. Hablábamos de todos menos de periodismo. Mientras escribo esto recuerdo frases de él como "en un parpadeo llegarás a los 50 años", la edad que él tenía cuando me lo dijo. Es la década que transito ahora y que me tocará retransmitir el parpadeo a un treintañero en cualquier momento.

Nos divertíamos mucho. Él con sus geniales imitaciones gestuales y de inflexiones de voces de colegas (siempre con respeto), así como de personajes públicos. Me quedé con las ganas de ver una caricatura sobre mí (seguro lo hizo en la tarde antes que llegara y nadie me dijo). Yo lo entretenía con alusiones religiosas como "creo en Dios porque Meridiano sale demasiado bien para lo alocados que somos", "Señor, te pido paciencia y LA QUIERO YA" o ésta: "El medio no es nuestro, pero es nuestro medio" la cual le daba mucha risa. También de los "dolores de yeyuno" ante diversas circunstancias.

Mentes suspicaces


Su inmensa y alegre humanidad la recuerdo en una fiesta improvisada de fin de año. Esas que dos décadas atrás se hacían en la tasca más cercana a la oficina. Allí José lució sus dotes de canto interpretando “Suspicious Mind” mientras el resto encendíamos yesqueros y fósforos como en un escenario musical de grandes dimensiones. De lo que se perdió Elvis Presley.


Más de una vez me acompañó hasta el cierre, la mayoría de ellas con las finales del beisbol y allí fue donde más aprendí de este genial y entretenido maestro. No me dio clases en un aula sino en la propia redacción, y gracias a él logré ser más serio en el trabajo sin abandonar el buen humor. Estar más atento a ciertos detalles a los que antes no percibía con su agudeza fue una de las grandes cosas que asimilé sin que me lo impartiera como lección. Yo no iba a "pelar ese boche" de adquirir conocimientos de esta gran figura.

Ocho años

En 2005 dejé Meridiano para irme a Últimas Noticias. Cuando las vueltas de la profesión me llevaron otra vez al diario deportivo para asumir mayores responsabilidades, pedí consejo a Visconti, quien estaba dedicado solo a la docencia y fui a la Universidad Católica Santa Rosa donde dio clases hasta pocos meses antes de despedirse. Conversamos unos minutos y eso fue todo.

Quedó pendiente que volviéramos a trabajar juntos, como me comentó alguna vez. También visitarlo junto con un colega aunque no pudimos organizarnos al respecto.

Pero como dijo un pelotero hace poco al retirarse: "No estén tristes porque se terminó. Alégrense porque sucedió". Así fue compartir con "Joseíto". Por eso tenemos que agradecer que la vida lo tuvo por 70 años y dio muchas alegrías como hijo, esposo, padre, abuelo, periodista y profesor.