martes, 8 de enero de 2019

Joseíto




José Visconti: un personaje inolvidable


El periodismo deportivo y el país lamentaron el fallecimiento de este insigne hombre de medios, profesor universitario y sin dudas un ser que mezcló con el mayor y mejor tino alegría, entusiasmo y respeto por la profesión, así como de valores ciudadanos.

Desde su fe católica, su devoción por Leones del Caracas y las frases que lo identificaron con el gran público como "mis deportivísimos amigos" y "a sacarla de jonrón" entre muchas otras referencias, Visconti llegó a la redacción de Meridiano a inicios de 1997.

Imagínense la oficina donde el que no lo conocía personalmente sí sabía de quién se trataba. Era imposible para esa época ignorar quién era él. En la redacción había la sensación que tiene un equipo de beisbol cuando llega el cotizado agente libre al dogout por primera vez.

Sin divismo, con su sencillez característica se ganó el aprecio de todos como hizo toda su vida en las distintas redacciones y plantas televisivas donde pasó. Las reacciones en las redes sociales y los distintos medios de difusión por su despedida dan prueba de ello en estos días. A pesar de su trayectoria iniciada a principios de la década de los 70 del siglo pasado, fue lo más fácil del mundo tratar con él. Era una autenticidad. El mismo hombre que veíamos en la pantalla era el que saludaba en la calle a la gente que lo reconocía y celebraba sus frases.
     
En mi caso como redactor nocturno compartía con él la última etapa de su horario regular, que era la inicial de la mía. Hablábamos de todos menos de periodismo. Mientras escribo esto recuerdo frases de él como "en un parpadeo llegarás a los 50 años", la edad que él tenía cuando me lo dijo. Es la década que transito ahora y que me tocará retransmitir el parpadeo a un treintañero en cualquier momento.

Nos divertíamos mucho. Él con sus geniales imitaciones gestuales y de inflexiones de voces de colegas (siempre con respeto), así como de personajes públicos. Me quedé con las ganas de ver una caricatura sobre mí (seguro lo hizo en la tarde antes que llegara y nadie me dijo). Yo lo entretenía con alusiones religiosas como "creo en Dios porque Meridiano sale demasiado bien para lo alocados que somos", "Señor, te pido paciencia y LA QUIERO YA" o ésta: "El medio no es nuestro, pero es nuestro medio" la cual le daba mucha risa. También de los "dolores de yeyuno" ante diversas circunstancias.

Mentes suspicaces


Su inmensa y alegre humanidad la recuerdo en una fiesta improvisada de fin de año. Esas que dos décadas atrás se hacían en la tasca más cercana a la oficina. Allí José lució sus dotes de canto interpretando “Suspicious Mind” mientras el resto encendíamos yesqueros y fósforos como en un escenario musical de grandes dimensiones. De lo que se perdió Elvis Presley.


Más de una vez me acompañó hasta el cierre, la mayoría de ellas con las finales del beisbol y allí fue donde más aprendí de este genial y entretenido maestro. No me dio clases en un aula sino en la propia redacción, y gracias a él logré ser más serio en el trabajo sin abandonar el buen humor. Estar más atento a ciertos detalles a los que antes no percibía con su agudeza fue una de las grandes cosas que asimilé sin que me lo impartiera como lección. Yo no iba a "pelar ese boche" de adquirir conocimientos de esta gran figura.

Ocho años

En 2005 dejé Meridiano para irme a Últimas Noticias. Cuando las vueltas de la profesión me llevaron otra vez al diario deportivo para asumir mayores responsabilidades, pedí consejo a Visconti, quien estaba dedicado solo a la docencia y fui a la Universidad Católica Santa Rosa donde dio clases hasta pocos meses antes de despedirse. Conversamos unos minutos y eso fue todo.

Quedó pendiente que volviéramos a trabajar juntos, como me comentó alguna vez. También visitarlo junto con un colega aunque no pudimos organizarnos al respecto.

Pero como dijo un pelotero hace poco al retirarse: "No estén tristes porque se terminó. Alégrense porque sucedió". Así fue compartir con "Joseíto". Por eso tenemos que agradecer que la vida lo tuvo por 70 años y dio muchas alegrías como hijo, esposo, padre, abuelo, periodista y profesor. 

        

          

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