Con José Altuve ganando su tercer título
como el mejor en average de la Liga Americana, me pareció interesante recordar
al primero de los peloteros venezolanos que consiguieron este logro.
Fue en 1993 cuando
Andrés Galarraga con su altísimo .370 terminó una temporada que fue muy
emocionante, porque sencillamente era la primera ocasión que teníamos los
aficionados venezolanos de presenciar algo así.
En el caso de Galarraga hubo
bastante drama. El primero de ellos fue porque fue prácticamente el último día
de la temporada regular, un 3 de octubre, cuando pudo alcanzar el número de
apariciones suficientes para adjudicarse el liderato.
Alfredo Villasmil
@ElVillasmil024 y yo éramos los encargados de la fuente de beisbol del diario
Meridiano entonces. Sí, antes de dedicarme en el periodismo a la vigilancia
nocturna fui redactor y reportero un par de temporadas en el beisbol
profesional.
Fue allí donde vi
con frecuencia a Galarraga en lo que fue su última campaña con Leones del
Caracas, en el béisbol profesional de Venezuela, poco antes de irse a recuperar su carrera con Rockies. Recuerdo su optimismo en recuperar su status de estrella algo perdido luego de salir de
Expos de Montreal y recalar en Cardenales de San Luis. Andrés tenía el rango
de gran ídolo en la afición de Venezuela y al mismo tiempo era un personaje sencillo que atendía a
los aficionados de muy buenas maneras: Hasta lo vi varias veces ayudando a los
periodistas con el inglés durante las entrevistas a sus colegas
norteamericanos después de los juegos.
Teniendo al fallecido Don Baylor como mánager, Galarraga cambió su postura
con el bateo y tuvo la campaña inolvidable de 1993. Pero también perdió juegos
por diversas lesiones y allí estuvo la emoción ante la necesidad de acumular las apariciones necesarias en el plato.
También tenía un rival
peligrosísimo en Tony Gwynn, permanente competidor por el liderato en ese rubro y que terminó como miembro del Salón de la Fama.
En Meridiano
durante los dos últimos meses la tensión recaía sobre los redactores, lo que
significaba también que nuestros jefes estaban presionados.
Noche a noche seguíamos a Galarraga y a Gwynn, y durante el día escribíamos los respectivos análisis. Lo peor, pero lo sabemos ahora, es que no había internet y debíamos esperar al final del juego, o seguir algunas transmisiones radiales cuando se podía. De modo que había suspenso después de las 10 de la noche para activar las teclas y preparar los diversos titulares.
La expectativa generó diversos intereses más allá de lo deportivo. Hasta conocí el preescolar donde Andrés pasó parte de su infancia en la urbanización La Florida, Caracas. Todos querían saber cualquier detalle del pelotero.
No fue el último
gran momento en la vida del jugador. Con Colorado fue campeón en jonrones e
impulsadas años después. Firmó con Atlanta, perdió un año de beisbol por culpa
del cáncer. Se hizo un documental sobre todas sus vivencias, con guion de Mari
Montes y siguió generando noticias hasta su retiro en 2005. Por supuesto que todavía mucha gente lo recuerda.
Pero en 1993 fue el primer campeón bate
venezolano, y esa temporada fue detallada en este libro a tres manos: Daniel Gutiérrez, Javier González y Daniel Gutiérrez hijo.
Ahora con Luis Arráez, José Altuve, Miguel Cabrera,
Magglio Ordóñez y Carlos González, repitiendo lo que Galarraga hizo una vez
parece más rutinario, especialmente con los dos primeros señalados que lo han
logrado en más de una ocasión. Pero en 1993 vez fue algo inolvidable.
Eso sí, nunca más pudo jugar con Leones
del Caracas. Pero eso es historia para otro momento.